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El autismo es un trastorno neurológico que, estimadamente, afecta a 1 de cada 59 individuos. Aunque diagnosticarlo no es tan “fácil” como, por ejemplo, detectar el déficit de algún componente en sangre, hay muchos síntomas que apuntan a la aparición del autismo y a los que hay que prestar atención desde las edades más tempranas para tratarlo. Hay varios tipos de autismo, entre ellos el síndrome de asperger, que también presenta varios niveles. Este se empieza a manifestar en la infancia, y aunque con los programas y tratamientos adecuados se pueden paliar sus características, el síndrome de asperger en adultos también puede llegar a condicionar sus vidas.
Las personas que padecen asperger presentan dificultades en sus habilidades sociales, comportamientos obsesivos - compulsivos, patrones del habla extraños, poca expresión facial y dificultad para interpretar bromas o dobles sentidos.
El síndrome de asperger es un tipo de autismo, pero se diferencia del TEA en que, mientras los que padecen este, son incapaces de llevar una conversación, las personas con asperger sí pueden participar fluidamente en una. Su dificultad se centra más en mantener la atención, interpretar el humor, la ironía, los dobles sentidos o entender giros gramaticales o frases hechas.
Cuando entablamos una relación con un asperger es importante que hablemos de forma literal, es decir, que utilicemos las palabras y expresiones cuyo significado es justo el que queremos transmitir en el conjunto del mensaje.
Actualmente, aún no se conocen las causas exactas ni del autismo ni del asperger, pero sí se han detectado ciertos factores ambientales y genéticos que pueden desencadenarlo, como son:
Para tratar el síndrome de asperger y minimizar al máximo sus efectos, es muy importante fijarnos bien en los indicios que se manifiestan en la primera infancia.
Aunque lo más normal es detectar el síndrome de asperger en la infancia y comenzar a tratarlo en los primeros años de vida, lo que facilitará una vida plena en el futuro, también hay casos en los que este síntoma aparece en la adultez. En estos casos habrá que reestructurar ciertos aspectos de vida.
Al contrario de lo que pueda parecer, diagnosticar asperger a edades avanzadas, puede ser algo muy positivo para la persona que lo tiene, ya que, seguramente, se haya estado haciendo preguntas sobre su visión específica del mundo y comparándola con la de los demás sin llegar a entender el porqué de esas diferencias.
No obstante, si se diagnostica síndrome de asperger en adultos, será importante trabajar en el lenguaje y sus diferentes usos, las relaciones en el trabajo, en la empatía, en parar ciertas conductas compulsivas y en controlar los bruscos cambios de humos para facilitar las relaciones interpersonales.
Para facilitar su sentimiento de autorrealización, los adultos que padecen asperger deben cubrir ciertas necesidades especiales que pasan por:
Aunque, ciertamente, este trastorno pueda suponer numerosas dificultades para desenvolverse con soltura en entornos sociales, los asperger también presentan muchas cualidades que se deben potenciar para atenuar las demás deficiencias. Los asperger pueden llegar a ser personas muy analíticas, ordenadas, perfeccionistas, autónomas, constantes en el camino hacia sus objetivos, tener una gran capacidad para recordar información, eficientes para realizar trabajos técnicos y claras en sus ideas.
Aunque cualquier tipo de trastorno psicológico o mental deba ser tratado por un especialista, siempre hay acciones que el resto de las personas podemos llevar a cabo para hacer que las personas que padecen alguna discapacidad se sientan más arropadas. Esto influirá muy positivamente en sus avances.
Estos puntos son solo algunos ejemplos de cómo puedes mejorar su calidad de vida, pero hay otras muchas maneras de hacer que la sociedad sea un entorno más amable para todos.
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