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El fracaso de la Estrategia de Lisboa con la que se quería convertir a la Unión Europea en la economía del conocimiento más competitiva de 2010 además del estallido de la actual crisis económica, ha generado que la Comisión Europea tome cartas en el asunto para que los Estados miembro puedan afrontar y superar esta situación de crisis de forma conjunta y no con soluciones individuales.
La Comisión Europea ha diseñado con este fin un documento de trabajo en el que se recogen una serie de objetivos que pueden contribuir a que la UE salga de la crisis. Es la denominada estrategia de Europa 2020, sobre la que se debatirá esta primavera en la cumbre de líderes europeos con el fin de llegar a un consenso en las medidas propuestas y en su consecución.
En el documento presentado, se han propuesto tres motores principales para el crecimiento que deberán ponerse en marcha e impulsarse a través de diferentes acciones tanto en el seno de cada país como en la Unión Europea. El primero de ellos es el crecimiento inteligente, término que engloba el impulso del conocimiento, la educación, la innovación, y la sociedad digital. En segundo lugar, la Comisión Europea señala el crecimiento sostenible, de manera que se fomente una producción más eficiente y en el uso de los recursos para poder ser más competitivos. Y, en tercer lugar, se propone el crecimiento integrador basado en aumentar la participación en el mercado de trabajo y en la adquisición de cualificaciones y la lucha contra la pobreza.
Con estos ejes, la Comisión Europea ha fijado 5 objetivos que deben alcanzar de cara al año 2020. Entre ellos está el crecimiento de la población que tendrá un puesto de trabajo. Así, frente al 69% actual de la población de edades comprendidas entre 20 y 64 años que tiene empleo se propone llegar hasta el 75%.
Además, también se deberá aumentar la inversión en I+D hasta alcanzar el 3% del PIB de la UE y conseguir los objetivos ‘20/20/20’, que contemplan la consecución de una reducción de emisiones del 20%, de un ahorro energético del 20% y de una cuota de energías renovables del 20%. Por último, el documento recoge como otros objetivos la reducción de la tasa de abandono escolar, que tendrá que ser menor al 10% frente al 15% actual, aparte de conseguir que al menos el 40% de los jóvenes tenga una cualificación o diploma. Como quinto objetivo figura reducir el número de personas expuestas al riesgo de pobreza en un 25%, de manera que habrá 20 millones menos de personas en esa situación.
Entre estas acciones, cabe mencionar la reorientación de la política de I+D y de innovación en función de los principales desafíos y para eliminar el desfase existente en la actualidad entre ciencia y el mercado para poder convertir las innovaciones en productos.
Otra de las acciones se encarga de aumentar la calidad y el atractivo internacional del sistema europeo de enseñanza superior a través de la movilidad de los estudiantes y los jóvenes profesionales, y en favorecer que, por ejemplo, se facilite el acceso en toda Europa a los puestos vacantes de los Estados miembros.
La agenda digital para Europa es otro de los pilares básicos de estas medidas dentro de la que se engloban propuestas para aprovechar las ventajas económicas y sociales sostenibles que se deriven de un mercado digital único que esté basado en Internet de alta velocidad.
Aparte de las medidas, el documento también señala que se reforzarán los métodos de gobernanza para asegurar que los compromisos se llevan a cabo, aunque no se señalan sanciones para los países que incumplan los objetivos. El seguimiento de las medidas será realizado por la Comisión Europea.